Juan Baptist Nuñes
La democracia es un concepto complejo, cuya comprensión exige diferenciar su sentido procedimental de su sentido valorativo. De manera general, entendemos por democracia un sistema de gobierno en el cual los ciudadanos eligen a sus gobernantes obedeciendo la decisión de la mayoría, sin que ello restrinja la participación y derechos de minorías, guiado por valores como la pluralidad de opiniones, la tolerancia y el respeto al Estado de derecho.
Bajo esta concepción, la democracia comprende un arreglo institucional que asegura el sufragio universal para elegir las autoridades que nos representarán dentro de un periodo específico, en un marco de pluralismo político.
La democracia, bajo su sentido procedimental, permite la designación de autoridades y la toma de decisiones, pero sólo puede asegurar la institucionalización de la pugna por el poder político para evitar la violencia (Przeworski, 1997).
En contraste, la democracia adquiere un sentido valorativo cuando le atribuimos expectativas normativas como la igualdad económica o la justicia social. Bajo esta perspectiva, un país con libertades individuales, elecciones regulares, libres e institucionalizadas, con libertad de expresión y asociación, pero con altos niveles de desigualdades y pobreza (como la mayoría de los países en América Latina) no podría considerarse como una “verdadera” democracia.
La definición que equipara la democracia con un grado sustantivo de justicia o de igualdad social puede ser útil como bandera de movilización política, pero no lo es en terminus analíticos, ya que obstaculiza la identificación de variables que, más allá del arreglo institucional, puedan tener una correlación directa con la desigualdad y la pobreza.
Además, la conceptualización de una democracia valorativa lleva a grandes decepciones por parte de la ciudadanía y tiende a despreciar a la democracia existente “haciéndole el juego al autoritarismo” (O’Donell, 2004, p.153).
Ello no significa que los resultados de la democracia no sean importantes, sino que la mejora de las condiciones sociales desde dentro de un sistema democrático no es una variable analítica, es decir, no depende de incluir o no su sentido valorativo dentro de la definición de democracia.
Mejorar el desempeño gubernamental dentro de un régimen democrático requiere de herramientas que posibiliten a los ciudadanos, no sólo elegir a sus representantes, sino también la capacidad de sancionarlos, vigilarlos y exigirles que tomen decisiones de acuerdo a sus necesidades y demandas.
En contraste, la democracia adquiere un sentido valorativo cuando le atribuimos expectativas normativas como la igualdad económica o la justicia social. Bajo esta perspectiva, un país con libertades individuales, elecciones regulares, libres e institucionalizadas, con libertad de expresión y asociación, pero con altos niveles de desigualdades y pobreza (como la mayoría de los países en América Latina) no podría considerarse como una “verdadera” democracia.
La definición que equipara la democracia con un grado sustantivo de justicia o de igualdad social puede ser útil como bandera de movilización política, pero no lo es en terminus analíticos, ya que obstaculiza la identificación de variables que, más allá del arreglo institucional, puedan tener una correlación directa con la desigualdad y la pobreza.
Además, la conceptualización de una democracia valorativa lleva a grandes decepciones por parte de la ciudadanía y tiende a despreciar a la democracia existente “haciéndole el juego al autoritarismo” (O’Donell, 2004, p.153).
Ello no significa que los resultados de la democracia no sean importantes, sino que la mejora de las condiciones sociales desde dentro de un sistema democrático no es una variable analítica, es decir, no depende de incluir o no su sentido valorativo dentro de la definición de democracia.
Mejorar el desempeño gubernamental dentro de un régimen democrático requiere de herramientas que posibiliten a los ciudadanos, no sólo elegir a sus representantes, sino también la capacidad de sancionarlos, vigilarlos y exigirles que tomen decisiones de acuerdo a sus necesidades y demandas.
REFERENCIAS
O´DONELL. Delegative Democracy. Journal of Democracy, Vol. 5, Nº. 1. National Endowment for Democracy and The Johns Hopkins University PressJanuary, 1994.
PRZEWORSKI, A. Una defesa de la concepción minimalista de la democracia. México: Revista Mexicana de Sociología/UNAM, 1997.
PRZEWORSKI, A. Una defesa de la concepción minimalista de la democracia. México: Revista Mexicana de Sociología/UNAM, 1997.
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